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Duelo

El duelo es un proceso interno que pasamos cuando perdemos un objeto, un proyecto que no podemos lograr, cuando cambiamos de ciudad o país y toca adaptarse a nuevas costumbres y en ocasiones idiomas; y también cuando se produce una ruptura de pareja o un fallecimiento, ya sea de una mascota o de una persona.

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¿Qué es el duelo?

Si te paras a pensar detenidamente, seguramente, a lo largo de tu vida has pasado en alguna ocasión por un duelo; lo que varía es la intensidad emocional y nuestra capacidad de adaptarnos a esa pérdida.

El duelo es una respuesta natural a una situación natural; vida y muerte se dan la mano, la una no existiría sin la otra, aunque vivamos como si no fuéramos a morir, sin integrarla ni aceptarla.

Si el duelo es por fallecimiento, tenemos que aprender a vivir con la falta de esa persona y en cada duelo influirán nuestras características de personalidad, el apoyo social que tengamos, las circunstancias de la muerte y el vínculo establecido con el fallecido/a.

La muerte tiene tres cualidades inherentes a ella: es irreversible (una vez muertos, no podemos regresar a la vida), inevitable (no hay nada que podamos hacer para impedirlo) y universal (todos moriremos).

“En ninguna otra ocasión como en el duelo, el dolor producido es TOTAL; es un dolor biológico (duelo el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (duele el dolor de los otros), y espiritual (duele el alma)”.
– J. Montolla

Fases y Tareas del Duelo

El duelo es global, nos afecta en varias dimensiones y de ahí, que atravesemos distintas etapas y tengamos que realizar una serie de tareas para atravesarlo de la manera más adecuada posible.

Cuando estamos en duelo se produce un reajuste de emociones, pensamientos y conductas para afrontar la nueva situación. Es necesario que conectemos con las emociones, por desagradables que sean, que nos generan las ausencias; socialmente, sentimos presión para dejar de sentirlas lo más rápidamente posible, piensa si alguna vez te han dicho o tú mismo has dicho “no llores”…

Elaborar un duelo es como entrar en un túnel que tenemos que atravesar para salir de él y que nos llevará a otro lado diferente; durante este caminar, experimentaremos una serie de fases:

Racionalmente sabemos que ha fallecido pero emocionalmente aún no estamos preparados para asumirlo y es como una especie de “anestesia” necesaria para ser capaces de digerir lo sucedido.

Sentimos rabia hacia alguien, hacia algo (un ejemplo puede ser hacia el médico que nos comunica la muerte); incluso podemos sentir celos de personas queridas que sí tienen lo que nosotros acabamos de perder (un ejemplo es sentir envidia de mi amiga que está embarazada y yo no lo logro).

En la mayoría de los procesos de duelo aparece, puede ser racional (había bebido y cogido el coche) o irracional (no le dije que le quería). El ser humano es el único animal capaz de sentir esta emoción.

Es una etapa en la que prometemos hacer cosas o buscamos constantemente soluciones tratando de compensar lo perdido o de revertir la situación.

Es la emoción que mejor manejamos tanto nosotros como los que nos rodean, aunque tendamos a cortarla antes de tiempo.

Consiste en seguir viviendo, buscando maneras de mitigar ese dolor.

Aprender a recordar al ser querido desde el amor y la gratitud.

Dejamos de ser la persona que éramos antes de la pérdida y salimos del túnel con otro sistema de creencias, valores y prioridades.

William Worden propone una serie de tareas necesarias para atravesar el proceso de duelo, complementarias a las fases:

Aceptar la realidad de la pérdida

Aceptar que no volveremos a ver a la persona querida.

Dar expresión a los sentimientos

Es prácticamente imposible perder a alguien y no experimentar dolor; es imprescindible que conectemos y reconozcamos ese dolor emocional y físico que sentimos.

Adaptarse al ambiente en el que el difunto no está

Supone un cambio de roles, quién se ocupará de lo que hacía el fallecido, quién somos nosotros sin esa persona, qué sentido cobra la vida con la ausencia…

Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo

Ser capaces de recordar al fallecido y el vínculo con él, mientras aparecen o intensifican otros vínculos (un ejemplo sería el de una persona viuda que inicia otra relación aceptando la importancia que tuvo la persona fallecida en su vida)

«Antes o después, aquellos que evitan todo duelo consciente, sufren un colapso, habitualmente con alguna forma de depresión». – John Bowlby

Con frecuencia me preguntan cuándo termina el duelo y mi respuesta es que el duelo finaliza cuando somos capaces de recordar sin dolor, con una tristeza aceptable que no genera presión en el pecho, ni llanto constante y somos capaces de disfrutar de la vida, de volver a reír y hacer planes…es decir, cuando aprendemos a vivir con la ausencia.

“El dolor es la cara triste del amor” Carlos Odriozola

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