Practica el Mindfulness y gestiona tus emociones
La palabra mindfulness se ha traducido al español en diferentes formas, la traducción más común y utilizada es “atención plena”.
Contacta con nosotras, estaremos encantadas de ayudarte en la práctica de Mindfulness y en la gestión de tus emociones.
El objetivo del Mindfulness
El objetivo principal de esta práctica es conseguir un estado permanente de plena consciencia, es decir, de vivir en el presente. Al principio, se practica de manera puntual para entrenar la mente a estar en ese momento presente, pero el objetivo final es detener el “ruido” mental y experimentar el presente en los máximos momentos posibles a lo largo del día.
Se ha descubierto que uno de los principales factores de bienestar emocional parte justamente de este estado, evitando en la medida de lo posible que nuestros pensamientos y nuestra atención estén más centrados en el pasado, ya que esto genera más sentimientos de tristeza, apatía, culpa… ni que lo estén en el futuro, puesto que provoca estados emocionales orientados al estrés y la ansiedad.
Mindfulness nos permite conectar con lo que realmente está sucediendo en el momento presente, el aquí y el ahora, facilitando la aceptación de dicha experiencia y potenciando una gestión emocional sana y adaptativa.
“El momento presente es el único tiempo sobre el que tenemos algún dominio” Thích Nhât Hanh.
Actitudes que constituyen los soportes de la práctica de Mindfulness
Jon Kabat-Zin fue el pionero en la integración de técnicas de meditación en la medicina y psicología occidental, con su programa de Reducción de Estrés Basado en Mindfulness (MBSR) en 1982.
Define esta técnica como “prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar” y propone 7 actitudes que constituyen los principales soportes de la práctica:
No juzgar
Asumir una postura de observador imparcial, sin juicios ni etiquetas que puedan conducirnos a posturas a favor, en contra o diferentes. Podremos ver mejor la realidad si no nos vinculamos tan emocionalmente con ella.
Paciencia
Con el proceso, ya que lleva algún tiempo adquirir lo que se está aprendiendo; y con uno mismo, cultivando el amor hacia nosotros, tal y como somos, permaneciendo abierto a cada momento y aceptándolo en plenitud.
Mente de principiante
Se trata de contemplar las cosas de un modo nuevo, con curiosidad, como si fuese la primera vez que las vemos, abandonando las expectativas basadas en experiencias previas, para poder así, captar que ningún momento es igual a otro y que posee posibilidades únicas. De toda circunstancia se puede aprender algo.
Confianza
Confía en ti mismo y en tus sentimientos, en tu sabiduría, recursos y bondad naturales, escucha tu propio ser.
No esforzarse
Es posiblemente la actitud más paradójica pues, aunque meditar exige un esfuerzo, los mayores beneficios llegan del no esfuerzo. Se trataría más bien de no esforzarse por alcanzar resultados, de conseguir objetivos (calmar un dolor, tranquilizarse, hacerse mejor persona) y aceptar las cosas tal como son y como se van presentando, poniendo más énfasis en el proceso. Sería algo así como meditar no “para” si no “porque” (no medito “para” calmar este dolor, si no “porque” siento dolor).
Aceptación
Observar lo que ocurre y admitir lo que pasa tal cual es en el presente, sin intentar que sea de otra manera. No obstante, no debemos confundir la aceptación con desesperanza, resignación o pasividad. La aceptación de la que hablamos significa simplemente desarrollar la disposición de ver las cosas como son para poder tomar mejores decisiones, más sabias.
Dejar ir, ceder.
No apegarnos a determinadas cosas, ideas, sensaciones y especialmente a los resultados. Cuando comenzamos a prestar atención a nuestra experiencia interna, es muy frecuente darnos cuenta de que nuestra mente tiende a aferrarse a algunas cuestiones, del pasado o del futuro. En la práctica meditativa dejamos ir esos pensamientos, soltamos.
Tipos de prácticas
“Como pasamos nuestros días es, por supuesto, como pasamos nuestra vida” Anne Dillard.
Práctica informal
La práctica informal o cotidiana, aquella que se realiza con actividades del día a día, desactivando el “piloto automático” que solemos llevar y centrando toda nuestra atención en aquello que estamos haciendo. Poner en marcha nuestros 5 sentidos, conectar con nuestro cuerpo, nuestra respiración y nuestros pensamientos en cualquier actividad, conducir, darnos una ducha, dar un paseo, preparar la comida, organizar la ropa…
Práctica formal
La práctica formal, mediante el tiempo que se dedique a la meditación, en estado de quietud, sentados o tumbados, con ejercicios guiados que permiten calmar cuerpo y mente, centrarnos en la respiración, observando nuestro mundo interior y aprendiendo a reconocer nuestros pensamientos y emociones.
Beneficios de la práctica
La práctica de mindfulness va orientada a proporcionar una mejor gestión emocional, favoreciendo reacciones, actitudes y pensamientos más sanos y adaptativos para nuestra vida. Hay estudios que también demuestran que mejora la biología y bioquímica del cuerpo promoviendo la salud física.
Facilita la aceptación de uno mismo, mejor autoconcepto y autoestima, reduce el estrés y la ansiedad, mejora la calidad del sueño, aumenta la capacidad de concentración, atención y memoria, favorece la creatividad, tiene un efecto calmante y antiinflamatorio y reduce el dolor físico. Originando todo esto una mayor sensación de felicidad y bienestar físico y emocional.
“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional” Buda.
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